Lo expuesto es una muestra de las consecuencias de la avaricia y el poder de unos pocos, porque la explotación de este mineral, no solo produce muerte y destrucción por guerra y sobrevivencia al pueblo del Congo, sino también el daño a la naturaleza es irreversible, como lo es el caso de la extinción de los gorilas, la explotación de los parques el daño radioactivo a los pobladores de esa zona, que no les queda otra cosa que “dar la vida por vivir”, suena raro, pero este problema que en mi caso no conocía, no es un problema de basura o contaminación simple, es la lucha del hombre por el poder y contra sí mismo. Mientras llamamos por teléfono o disfrutamos la comodidad de lo electrónico, muchos ya están muriendo y seguimos nosotros con la destrucción del medio ambiente. Es de felicitar al Centro de Estudio Internacional del Tantalio-Niobio en Bélgica, para que no compren ese mineral. Aunque parece irreal, porque el poder y la ambición corrompen, desde las familias se debe luchar por fomentar los valores para evitar la autodestrucción del hombre, porque no es que eso es lejos y “qué me importa”, porque eso finalmente nos va a afectar y cualquier cosa que lo evita nos ayuda.
Algunas empresas de condensadores de tantalio u organismos internacionales como la ONU aconsejan a los compradores de Tantalio que verifiquen su procedencia, y eviten ayudar a financiar las guerras de Centroáfrica. No obstante, debido a los intereses especulativos de muchas otras multinacionales el problema sigue latente en la zona.
Y es que por mucho que nos escandalizamos por la comercialización de diamantes de guerra, existen casos muy similares que no conocemos porque simplemente nuestros gobernantes así quieren. Y mientras, millones de personas mueren para que se fabriquen los condensadores que componen una computadora portátil, el iPod con el que escucho música o el teléfono celular.
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